La Torre en realidad no era la única torre de la Última Ciudad. Eso está claro, pero la gente simplemente se refiere a ella como «La Torre«. De hecho, los hechiceros tenían su propio edificio donde estudiaban, trabajaban y algunos incluso vivían. Era un edificio extraño, lleno de personalidades idiosincrásicas, todos ellos fanáticos académicos y maníacos guerreros.
Jale sabía que podía encontrar a Ikora Rey en la sala de reuniones de la Vanguardia. Ella era fácilmente accesible la mayor parte del tiempo. Por lo menos se podía hablar con ella, pero que se interesara por prestarte atención era una cosa distinta. Ikora Rey había llevado a más de un joven hechicero al tartamudeo y luego al silencio simplemente con mirarlos, con una fría indiferencia que rayaba en la crueldad.
Amilanarse no era algo que a Jale le preocupaba. Hacerse entender era su único temor. En lugar de practicar sus argumentos o buscar mejor manera de comunicar sus pensamientos a Ikora, se centró en relajar su cuerpo y mente. Aviones VTOL despegaban constantemente de zonas alrededor de la ciudad con destino a la Torre. Como docente, ella podría entrar en cualquiera de estos aviones simplemente caminando hasta la zona de aterrizaje y subiendo a bordo.
El viaje era corto y Jale debía utilizar su tiempo tan eficientemente como fuera posible. Tenía que estar relajada, pero concentrada. Los Thanatonautas, los brujos que experimentaron con la muerte, tenían técnicas de relajación profunda que les hacían caer en la inconsciencia casi antes de que murieran y resucitaran. Era la mejor manera para poder recordar y aprender de todo lo que ocurría entre el momento de morir y revivir. Jale había aprendido algunas de estas técnicas para superar los embistes (a veces paralizantes) de la frustración y la ansiedad que sufría casi a diario.
Mientras los motores del jet rugian fuera, ella se empujaba suavemente por su trance y se sentó en silencio, con las manos sobre el regazo. Jale dejó que sus ojos se desenfocaran, y que su mirada se deslizara hacia abajo siguiendo la linea de la nariz. El sonido del motor pasó a ser un leve ruido en el fondo, más como un zumbido suave. Su respiración natural ralentizada se hizo muy regular y profunda.
Ella era una medusa, latiendo junto a una corriente oceánica cálida. Excepto que su cuerpo no estaba hecho de células translúcidas, en su lugar era una energía coherente movida únicamente por la voluntad. La corriente la empujaba a lo largo pero sabía que no iba a la deriva sin rumbo fijo. Ella tenía un destino fijado, viajaba por tres destinos, todos al mismo tiempo. Ella era los tres años y ella era uno.
Jale abrió los ojos y se encontró sentada debajo del gran árbol torcido cerca del puesto del armero. No había memoria del viaje a la Torre, tampoco recordaba cuando había desembarcado del avión o caminado hacia el árbol. No sabía cuánto tiempo había estado sentada allí y tampoco le importaba. Las palabras para convencer a Ikora Rey estaban en su mente, claras y cristalinas. También sabía qué rumbo tomaría la conversación. Podía ver a Ikora, cada contra-argumento y cada duda. Pero ya sabía cómo hacer frente a cada uno de ellos, tan solo tenía que sacar las palabras de su cabeza antes de que se desvanecieran.
La hechicera de la Vanguardia la saludó con la mirada e inmediatamente se percató del libro que llevaba Jale contra su pecho. La sala de conferencias era un lugar para estudiar en silencio, y Jale podía sentir como los nervios y la presión se abrían paso en su cabeza y atentaban con derrumbar la profunda calma que se había establecido. Debía darse prisa. No regresó el saludo y tampoco preguntó si podía hablar, ella simplemente lanzó su ataque verbal. «Praedyth está vivo. Tenemos que rescatarlo«.
Ikora levantó la vista hacia ella, y en su rostro no había mas que sorpresa e incredulidad. Por un momento todo fue silencio, luego la respuesta de Rey pareció dar un giro extraño a la conversación. «Por supuesto que lo está, guardiana. Él sigue vivo en nuestros archivos y en nuestra memoria«.
Estar de acuerdo sin estar de acuerdo, una finta perfecta y un contraataque brillante. Jale quiso sonreír. Esto iba a ser divertido. Su siguiente pregunta a la Vanguardia debía ser un golpe a la mandíbula de Ikora Rey, algo que le diera un poco de ventaja, permitiéndole a Jale contrarrestar de nuevo desde un ángulo diferente. «¿No hubo análisis de ADN de los huesos que se encontraron en el laberinto de las Gorgonas?»
«No, no lo hubo. Sabemos lo que pasó con Kabr y Pahanin. La única persona a la que podría pertenecer el esqueleto es Praedyth. La Cámara de Cristal es su tumba ahora. No hay necesidad de arrastrar sus restos a la Torre. Ya ha tenido suficiente, se merece descansar en paz».
«Los meta-datos de las grabaciones del espectro enviado por Praedyth demuestran que fueron creados años a partir de ahora. ¿Han revisado los meta-datos?»
«Claro que lo hice. Pero parte de ellos fueron corrompidos. Un análisis amateur de los datos podría dar la impresión de que tiene una marca de tiempo anómala, pero eso es un error».
El apunte sobre un análisis amateur significaba que había irritado a Ikora. Jale sabía que tenia ventaja y apretó ahí: «Tu sabes que yo no soy una amateur, Ikora. Esas marcas de tiempo son verdaderas. Había un poco de corrupción en los datos, pero no lo suficiente para hacer los archivos ilegibles o incluso cuestionables».
Como un tiburón, Ikora Rey contraatacó sin piedad: «Sí, Jale. Yo sé que no eres una amateur. Te conozco. Sé lo que quieres. Yo sé todo acerca de las Hijas de la Praedyth«.
Jale fue tomada con la guardia baja. Esperaba que Ikora cuestionara sus motivos en algún momento de la conversación, pero no esperaba que fuera tan rápido. La hechicera de la Vanguardia había lanzado la acusación como una declaración en lugar de una pregunta. El plan de Ikora era que Jale se defendiera de un ataque que en realidad no había hecho o que ignorara la declaración y aceptase tácitamente las implicaciones de esta acusación.
Pero en cambio, Jale respondió con un ataque de mentiras y verdades absolutas. Jale llevó una mano a su bolsillo para sacar el pedazo de tiza que había usado anteriormente ese día cuando realizó el diálogo entre Parmenides y Platón en la ciudad. Sin vacilar, Jale se acercó a la gran mesa de conferencias que dominaba el centro de la habitación y comenzó a escribir en él.
«Mis amigas y yo no nos llamamos a nosotras mismas así. Si alguien es nuestro padre, eres tú, Ikora Rey. Eres como una madre para nosotras«. Su mano se movió encima de la mesa y empezó a escribir ecuaciones matemáticas. Cuando ella había cubierto casi un metro cuadrado de la mesa, se detuvo y miró a Ikora: «Reconoces esto».
No se había hecho una pregunta, pero Ikora asintió de todos modos, con una ceja levantada y una sonrisa tirando de un lado de su boca. «Sí. Quantum Tunneling. ¿Por qué dibujas esto en mi mesa?»
Es evidencia. Movimiento sin la energía suficiente para llevar a cabo un movimiento. La evidencia de que existe otra realidad distinta de la que realmente podemos percibir y medir. Una realidad que es comprensible, pero no aprehensible. Podemos entender que las partículas se mueven sin la energía suficiente, pero no podemos moverlas sin el uso de la energía.
«La teoría de las Formas de Platón es lo mismo. Se entiende que la realidad no es lo que podemos ver, oír y medir, sino más bien, que hay una realidad definitiva y la verdad definitiva de la existencia es una que podríamos ser capaces de contemplar, pero nunca manipular. Los Vex, ya sea a través de su diseño o por accidente, poseen la forma de hacerlo. Lo llaman el patrón. Praedyth es uno con los Vex ahora. Él está vivo y conoce lo que los Vex han encontrado. Tenemos que encontrarlo y aprender lo que él ha aprendido«.
Ikora se inclinó sobre la mesa, descansando sus manos sobre la suave superficie cubierta de tiza, borrando parcialmente lo que Jale había escrito allí. La hechicera de la Vanguardia suspiró profundamente y levantó la vista de las ecuaciones para mirar a Jale. «Honestamente, no puedo decir si esto es una locura o una genialidad. La idea de la búsqueda de Praedyth es tan alarmante para mí como tu pensamiento y el de tus amigas de adentrarse en la Cámara de Cristal corriendo el riesgo de perderse por el espacio-tiempo».
Jale comenzó a hablar de nuevo, pero Ikora pidió su silencio. «¿Has leído los libros del dolor? Tomó gran esfuerzo y sacrificio lograr recuperarlos capítulo por capítulo del Acorazado. Debes leerlos si no lo has hecho. ¿Conoces la historia de Dredgen Yor?»
«Sí, Ikora. He leído la historia de la colmena y conozco la historia de ese corrupto guardián».
«Entonces sabes que la única cosa que viene de la búsqueda decidida de poder es el sufrimiento. Sufrimiento para el que busca y sufrimiento para todos aquellos alrededor de éste. Vayan y encuentren a Praedyth si se puede. Aprendan de él y vuelvan aquí para que la humanidad pueda beneficiarse de ese conocimiento. Trata de no destruirte a ti misma y a tus seres queridos en el proceso».
* * *
«Y entonces ella me dijo que me dirigiera con el Criptarca y el intendente de la Vanguardia para que nos proporcionen cualquier tipo de armas y armaduras que necesitemos.»
Susie levantó las cejas y sonrió. «Nuevos juguetes. Excelente. Buen trabajo, Jale. Sabía que podrías hacerlo».
El hogar de las amigas era pequeño lugar de techo elevado que se iluminaba cada vez que el sol salía para dar aviso de un nuevo día. Las tres se habían reunido en la sala principal del apartamento ubicado en el centro de la Última Ciudad. El lugar contaba con dos partes principales: una sala de estar y la cocina. Jale se había sentado sobre un borde en la cocina mientras pelaba una naranja. Susie se ubicó sobre una silla amarilla con una pierna sobre una mesa y la otra en el piso chirriante. Cristina se sentó en la parte inferior de la escalera de caracol que conducía a una de las habitaciones. Susie y Cristina dividían la habilitación con una hoja que colgaba en la mitad del cuarto. Jale generalmente dormía en el sofá de cuero verde que ocupaba la mayor parte de la sala.
Jale podía ver desde su sofá el árbol adornado ubicado en el Bulevar Calcuta, coronado por el ferrocarril magnético elevado. Ya las farolas de la calle empezaban a encenderse, pero todavía había suficiente luz para mostrar las imágenes, dibujos, ecuaciones y diagramas esquemáticos. Todo relacionado con la Cámara de Cristal de una manera u otra. Cada miembro de las Hijas de Praedyth había contribuido en el material que cubría las paredes. Jale había comenzado hace un año cuando ella aún estaba viviendo sola en ese apartamento. Todo ello originado a partir de una sola cita de una grabación de audio que encontró de un espectro en la Cámara de Cristal. «Sólo existe un patrón. Y el patrón necesita de los Vex para alcanzar su plenitud. ¿Y por qué deben ser los Vex?. Para la mente de los Vex, ¿es esto la fe?»
Jale escribió esa cita en la pared cuando no podía dejar de pensar en ella. Praedyth había dicho esas palabras, quién sabe cuánto tiempo hace en el pasado o qué tan lejos en el futuro. Esas palabras cristalizaban sus propias sospechas y teorías sobre la Cámara de Cristal. Esas palabras la habían puesto en una búsqueda. Cuando las grabaciones de voz de Praedyth se habían recuperado de la Cámara de Cristal, estas habían sido una revelación para ella.
Christina se echó hacia atrás en las escaleras y sonrió. Su largo cabello negro, acentuado con vetas de plata, se complementaba en un diseño complejo que requiere solamente un tarro lacado de color púrpura oscuro para mantenerlo unido. Sus iris eran de plata, el mismo color de las rayas en su pelo. Un símbolo tradicional del mandarín le fue tatuado en la palma de cada mano. En la palma de su mano derecha llevaba el símbolo «太» y «虛» estaba en su izquierda. Los caracteres hacían juego con su herencia china y se traducían como «vacío» la cual era su especialidad.
«¿Qué golosinas quieres de las pertenencias del Criptarca, Susie?» Preguntó Christina.
«La Muerte Roja«, dijo Susie sin dudar. «Es el arma que te da la vida mientras que la toma de tus enemigos. ¿Qué más podría pedir un guerrero? Tengo todo lo que necesito. Mi pistola Guirnalda de Hierro impactará contra cualquier cosa a corta distancia. Y si ninguno de los dos logra realizar el trabajo, para eso esta mi Soporte de Bretomart, mi ametralladora pesada que puede manejar la situación. El Estandarte de Hierro ha sido muy bueno conmigo. ¿Y vosotras, que planeáis conseguir?»
«Una Telesto, si me dejan tener una», dijo Christina. «Los Vex tienden a utilizar blindaje de vacío, especialmente los Minotauros bastardos. La Telesto los atravesara. Además, quiero uno de los cascos del Carnero. ¡Siempre he querido darle un cabezazo a un Hobgoblin con cuernos de carnero! Y un francotirador».
Jale hizo una mueca. «Yo también soy un francotiradora».
Christina se rió entre dientes. «Sí, pero Jale, ¿no se te rompió el rifle la última vez que estuvimos en Venus? Debes conseguir uno nuevo».
«Eso es lo que planeo conseguir. Junto con un conjunto de las Garras de Ahamkara. Un rifle de precisión de largo alcance, granadas y cuerpo a cuerpo para el trabajo cercano. Mi Tláloc se hará cargo de todo lo demás».
Susie se puso de pie. «¡Somos tres perras patea-traseros, eso seguro!» Todas se rieron. «¡No puedo esperar a que lleguemos allí!»
Christina levantó tres dedos. «No importa qué tan rudas seamos, somos sólo tres. Si fuéramos seis sería mejor. Especialmente para abrir la entrada de la Cámara. Tomará un tiempo limpiar la zona, y los Vex no nos van a invitar a entrar. Algo de ayuda nos vendría bien».
Jale asintió y arrojó la cáscara de la naranja en el lavabo. «Ikora Rey nos ha cubierto allí también. Ella reclutará otros tres guardianes para ayudarnos a abrir la entrada de la Cámara. Pero ellos no entrarán con nosotras, lo que significa que estaremos por nuestra cuenta una vez que consigamos entrar«.
Esta última parte era lo que más le gustaba a Christina. El aprendizaje y la planeación. Las tres sabían que esta alegría y exuberancia ya no estarían cuando tuvieran que enfrentarse a todos los peligros que les esperaban en esa incursión. El futuro traería consigo miedo, desolación, desesperación y dolor para todas ellas. Iban a ahondar en una sima construida por inteligencias extraterrestres, hostiles y frías que tenían motivaciones más allá de su comprensión. Esta nueva incursión a la Cámara de Cristal no sería inferior a un desafío como el que és para un humano escalar el Monte Everest. Pero por ahora, Christina estaba feliz de tener a sus amigas junto a ella, y eso era suficiente.
Continuará…
¿Hasta el momento que les ha parecido la historia, guardianes? Su opinión es muy importante para nosotros, discutamos en los comentarios y nos vemos en la próxima.
Autor y fuente: Chet Kirkham.
Excelente,desde la Ultima Ciudad estoy enganchado con estas historias, gracias por traerlas y como he dicho en casos anteriores es una forma distinta de ver Destiny.
Sigue asi 😀
Una muy buena historia,quiero que la continuen subiendo. :3
Tres hechiceras adentrándose a la cámara de cristal armadas con juguetes que cronológicamente hablando pertenecen al dlc del Rey de los poseídos por lo que da a entender que son nivel 40 y están muy por encima de la luz requerida para entrar a cámara, pan comido, eso mas allá de una incursión lo que parecerá es un asalto. Por cierto muy buena historia.